Hijas de madres narcisistas

08.06.2025

#Sí, conozco esto. He pasado por tu situación.

Decime si no te resulta familiar una escena así.

Yo iba caminando por el shopping de mi ciudad, a mis 18 años, a lado de mi madre.

Era verano. Había vuelto a pasar las fiestas a Salta, desde Córdoba, donde hacía mi carrera universitaria.

Ya no recuerdo en cuál de las galerías del shopping me lo dijo. Pero sí recuerdo el pavor que me causaron sus palabras.

Se dio vuelta y soltó: "Todos los hombres me miran más a mí que a vos".

Fue una bala en mi cerebro, que se quedó intentando procesar eso que acababa de ocurrir. El cerebro de una chica de 18 años…

Fue una bola de demolición al corazón.

Ese era el principio, el disparador de mi toma de conciencia acerca de quién era en realidad mi madre.

Hasta el momento había vivido yo en un mundo onírico, llenos de velos de algodón de azúcar.

Eran los velos con los que mi abuelo y una tía muy querida habían tratado de protegerme de la realidad.

Pero ese día, por primera vez y para siempre, pude vislumbrar que algo olía mal en Dinamarca.

Miro al pasado y veo cada acontecimiento brutalmente doloroso por el que atravesé, cada decisión que tomé, la mayoría con consecuencias que empequeñecían mi vida. Y veo hasta qué punto quedé atrapada en esa tela araña.

Terminé siendo madre soltera y a la vez jefa de un departamento de comunicación. Sobrecargada de responsabilidades y muy poco recompensada, especialmente en el país de Milei.

Bert Hellinger habla de amor ciego. Ese amor infantil que nos hace muchas veces sacrificarnos a nosotros mismos para sostener el vínculo con algún miembro del clan familiar.

Iñaki Piñuel es más específico. El simplemente habla de apego al perpetrador.

"Es imposible evitar la primera bala", dijo un hombre sabio.

Pero si es posible no quedarse quieto en la mira de los asesinos.

Te ayudo a salir la balacera. Y a sanar la primera herida.

El método: Constelaciones Familiares si estás bien pulido (es decir si ya has pasado por un psicólogo un buen tiempo y tenes un diagnóstico de lo que te pasa, un muy buen diagnóstico, pero seguís ahí, estancado en la vida, sin poder fluir).

Si recién estás empezando, y no tenes mucho camino andado en las terapias, te ayudo con las esencias florales, ejercicios sistémicos más ligeros, y mucha, mucha, conversación.

Porque tener alguien con quien hablar, y en quien confiar, y que te mira con amor, (porque ha estado ahí y sabe lo que duele) es parte del camino de sanación.

Mi teléfono lo encontrás abajo. Te espero. Se valiente.

Quizas te esté esperando la vía hacia lo más bello de vos mismo.